Si alguna vez te has preguntado cómo se logran esos inconfundibles sabores y aromas en los vinos de Jerez, ¡sigue leyendo! Hoy te revelamos los secretos de la vinificación de estos vinos únicos y llenos de carácter.
El proceso comienza con la vendimia
de las uvas, generalmente las variedades Palomino, Pedro Ximénez y Moscatel,
que son las protagonistas en la elaboración de estos vinos. Una vez
recolectadas, las uvas pasan por un proceso de prensado para extraer el
mosto.
El mosto obtenido se fermenta en
depósitos de acero inoxidable o en barricas de roble. La fermentación
transforma los azúcares en alcohol, y una vez finalizada, se decide qué camino
seguirá cada vino: Fino, Manzanilla, Amontillado, Oloroso, Palo Cortado, etc.
Una característica distintiva de los
vinos de Jerez es el sistema de criaderas y soleras. Este método
consiste en apilar barricas de diferentes añadas, en las que el vino más joven
(criadera) se mezcla con el vino más viejo (solera) para dar lugar a un vino de
características únicas y homogéneas.
En el caso de los Finos y Manzanillas, el vino se somete a una crianza biológica bajo el "velo de flor", una capa de levaduras que protege el vino de la oxidación y le confiere sus características particulares. Por otro lado, los Olorosos y Amontillados pasan por una crianza oxidativa, en la que el vino se expone al oxígeno, adquiriendo su color ámbar y sabores más intensos.
Para obtener los vinos dulces de Jerez,
como el Cream o el Pedro Ximénez, se añade mosto concentrado o vino dulce al
vino base, que luego se envejece siguiendo el sistema de criaderas y soleras.
Finalmente, los vinos de Jerez se
embotellan y etiquetan, listos para ser disfrutados por los amantes del vino en
todo el mundo. ¡Ahora que conoces el proceso, seguro que disfrutarás aún más de
estos sorprendentes vinos!
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